lunes, 30 de abril de 2012

Tortitas de plátano, macho

Yo sé que ni los machos (que creen que su nivel de masculinidad es proporcional a la cantidad de carne que comen, cof cof) ni mi querida Pola querrán siquiera probar estas deliciosas tortitas. No me importa: igual se las comparto, pues sé que allá afuera hay un mundo de gente que prefiere cocinar cosas "sin alma", "que no produzcan sombra", etc. O sea, vegetarianos o pseudo-vegetarianos (como yo). De hecho, este blog es para ellos.

Pueden acompañar estas tortitas anti-machos (¡tómenla!) con frijoles negros enteros o una ensalada.


Ingredientes


  • Plátano macho (unos 2 ó 3 para 5 croquetas)
  • Queso cotija o panela
  • Aceite de oliva


Preparación

Pon a cocer los plátanos en agua con un poco de sal; cuando estén blandos, escúrrelos y aplástalos hasta que se forme un puré. Entonces toma un poco entre tus manos, forma bolitas y rellena con un trozo de queso (yo prefiero el cotija). Calienta una sartén; coloca un chorrito de aceite de oliva y, cuando esté caliente, dora las bolitas.

Puedes poner sobre un paño absorbente antes de servir para eliminar la grasa.

Provechito.




¿Se quedaron con ganas de un postre? Aquí la receta de una riquísima Crema bávara de mango.

domingo, 29 de abril de 2012

Sobre mi amorío con la comida


Uno de mis grandes placeres es cocinar. El otro es escribir, y otro más, tomar fotografías. No sé por qué hasta ahora no se me había ocurrido crear un blog de cocina. Tengo un negocio de repostería saludable y con él un blog, pero debo confesar que muchas veces me quedo con las ganas de compartir recetas saladas que me quedaron de rechupete (siempre he querido usar esa palabra).

Fue hasta que conocí a la loca de @Pola_Cocina_Asi, una bloggera y cocinera aficionada quien pasa largas horas experimentando con nuevas recetas y subiéndolas a su blog (y dice que yo soy la inadaptada…) que comprendí lo feliz que le hace compartir sus descubrimientos con el mundo. Entonces pensé que me gustaría intentarlo también y ver si me hacía igual de feliz que a ella.

Cuando cumplí 19 años y entré a la universidad decidí que quería ser vegetariana. Entonces simplemente dejé de comer carne, y mi dieta se reducía a quesadillas, pastas y lechuga. No hace falta decir que a los pocos meses estuve a punto de desvanecerme en la fila del supermercado; tuve que tomarme una Coca-Cola (¡horror!) para no caerme al piso.

A partir de ese día decidí que si iba a ser vegetariana tenía que ser muy responsable con mi alimentación; con ayuda de un gran amigo de la universidad me puse a investigar, leer libros y tomar talleres para aprender cómo sustituir las proteínas animales con las vegetales. De una vez les digo: eso de que “nada sustituye la carne” es equivalente a decir que si tomas tres litros de leche al día medirás 1.90. O sea, un gran mito.

Fui vegetariana por más de 5 años. Ahora como un poco de carne (por antojo y también por exigencias de tiempo: no me da tiempo de cocinarme todos los días y me atengo a lo que Doña Martita haya preparado en mi trabajo).

Después de todo este choro mareador, no me queda más que decirles: creo que la cocina y la salud pueden ser aliadas y no enemigas como nos han hecho creer. No se necesitan kilos de sal, azúcar, condimentos y saborizantes artificiales para que algo sepa bien. 

Aquí les compartiré todo lo que he aprendido a lo largo de mi corta vida sobre cocina orgánica, vegetariana, macrobiótica y demás cosas raras que me encantan. También incluiré recetas más pecaminosas, pero sólo de vez en cuando. 

¡Pasen ustedes y disfruten!


Una de mis Biblias culinarias, la conseguí en Amazon.