El jueves fue uno de esos días en los que hubiera dado todo por no salir de la cama. Dormí mal, tenía cólicos, no servía mi coche y el clima estaba horrible. Pero como no tenía mucha opción, me paré y me fui a trabajar (sí, así sin bañarme). Regresé a mi casa y, como seguía de malas, me di cuenta de que lo único que podía salvar mi día era cocinar. No sé si ya lo he dicho antes, pero cocinar es para mí algo terapéutico, así que si me siento triste, melancólica o estresada, en lugar de meterme bajo las cobijas a llorar corro a la cocina.
Ese día preparé una tarta de espinacas con queso. Quedó buenísima, tanto que se me quitó el mal humor y decidí compartirla con mi roomie de Sinaloa, a quien le gustó mucho (a menos de que me haya mentido para hacerme sentir mal... mmm...). Bueno, ya juzgarán por ustedes mismos.
Ingredientes
1 taza de harina
1 pizca de sal
125 gramos de mantequilla sin sal
1/3 taza de agua helada
Relleno:
500 gramos de espinacas
200 gramos de queso ricotta fresco
4 huevos batidos
60 gramos de queso parmesano rallado
Nuez moscada
sal y pimienta negra molida
Preparación
Cierne la harina y la sal. Parte la mantequilla fría en trocitos y agrégala a la harina, y con los dedos mezcla hasta que obtengas una consistencia arenosa, como de migas de pan.
Haz un hueco en el centro, agrega el agua helada y revuelve rápidamente con una cuchara. Termina de incorporar con los dedos. Coloca la masa en una superficie enharinada y amásala ligeramente. Forma una pelota, envuélvela en plástico y refrigera por 20 minutos.
Precalienta el horno a 200 grados centígrados. Saca la masa, extiéndela con un rodillo y colócala en el molde. Corta los bordes. Pincha la base con un tenedor para que salga el vapor al hornearla.
Coloca encima una lámina de papel encerado, y encima de ésta, un puñado de frijoles. Hornea durante 10 minutos. Saca del horno, retira los frijoles y hornea durante 5 minutos más.
Mientras, lava las espinacas y cuécelas. Escúrrelas, exprímelas y pícalas. En un tazón bate los huevos, el queso ricotta, el queso parmesano y las espinacas, y sazona con sal, pimienta y nuez moscada. Sirve la mezcla en la masa previamente horneada y hornea a 180 grados centígrados durante 30 minutos aproximadamente, o hasta que cuaje y esté dorada. Deja enfriar.