martes, 18 de diciembre de 2012
Calabacitas apocalípticas
Siempre he creído que es perfectamente posible llevar una dieta vegetariana sin morir de hambre ni terminar en el consultorio de un nutricionista mientras tu mamá repite "te lo dije". Por supuesto que para lograrlo es necesario informarte, aprender a escuchar a tu cuerpo y sobre todo tener mucha disciplina. Uf, nada más y nada menos...
Los vegetarianos aprenden poco a poco a valorar su salud y disfrutar el sutil sabor de los alimentos, sin necesidad de que estén llenos de sal, caldo de "pollo" en polvo y cosas raras como glutamato monosódico (regla número uno: nunca comas nada que no puedas pronunciar).
A ver escépticos, ¿qué pero le ponen a mis calabacitas?
Ingredientes
Calabacitas
Requesón, queso panela o tofu blando
Semillas de girasol
Sal marina
Un poco de caldo miso o salsa de soya (no es imprescindible)
Hierve las calabacitas unos cuantos minutos, hasta que adquieran un color intenso. No dejes que hiervan de más o perderán sus propiedades y textura y no sabrán igual. Córtalas a la mitad por lo largo y retira la pulpa con una cuchara. En un tazón, mezcla la pulpa (quizá tengas que aplastarla un poco con un aplasta-papas o un tenedor), el queso triturado con los dedos o tofu y sazona con sal marina, caldo miso o salsa de soya. Rellena las calabacitas con esta mezcla y lleva al horno por unos 20 minutos o hasta que el queso esté dorado. Sirve con arroz integral.
lunes, 1 de octubre de 2012
Croquetas de avena 100% guilt-free
Ya sé que no he escrito en un buen rato, pero compréndanme: tuve que hacer un (arduo) viaje de trabajo a tierras mayas y ni un segundo me quedó para pensar en mi querido blog. La última vez que cociné (hace ya más de 10 días) hice estas croquetitas de avena; aunque suene a cliché, son muy ricas, fáciles de hacer y súper saludables. Lo mejor: son completamente guilt-free. ¡Veganos del mundo, uníos!
Ingredientes
Avena en hojuelas
Cebolla
Perejil fresco
1 huevo
Para el caldillo:
Tomates
Cebolla
Ajo
Sal marina
Preparación
Pica la cebolla y el perejil. Mezcla con las
hojuelas de avena; forma bolitas y aplástalas para que se compacten. Envuelve con un huevo ligeramente batido y dora en aceite de oliva. Para el caldillo, licúa todos los ingredientes con un poco de agua y después hierve hasta que espese la salsa. Baña las croquetas y sirve.
jueves, 30 de agosto de 2012
Galletas au chocolat
Hace un par de años mi papá tuvo una novia coreana, H. Él le compró un libro con recetas de galletas, el mejor que he visto. Se veían tan ricas que me animé a hacerlas por primera vez (*suspiro*). Quedaban muchas recetas por preparar cuando lo inevitable sucedió: H se fue y, entre otras cosas, se llevó el libro. ¡Maldita! Lo busqué en cuanta librería se me atravesó y me decían que estaba agotado. Así que puse a trabajar mi memoria y me acordé: 2 tazas de harina, 1 huevo, sal... Poco a poco la fui reconstruyendo e incluso mejorando. Esta versión la adapté para no usar azúcar, por eso de que no me gustan los postres tan dulces y de que intento comer sano.
Otra cosa: estas galletas me han ayudado a superar días difíciles de fin de quincena; las llevo a la oficina y las vendo como pan caliente. Ahí por si lo quieren intentar.
2 tazas de harina integral
1/2 cucharadita de polvo para hornear
1/4 cucharadita de bicarbonato de sodio
1/4 cucharadita de sal
1/2 taza de cocoa en polvo sin azúcar (yo uso Hershey's)
140 gramos de mantequilla ablandada
1 taza de miel de maguey (si quieren usar azúcar mascabado, usen media taza menos de harina)
1 huevo
1 chorrito de vainilla líquida
Chispas de chocolate, nueces, almendras picadas... lo que se les ocurra.
Pasa la harina, los polvos, la sal y cocoa por un colador. Mezcla bien. En otro recipiente, bate la mantequilla con una palita de hule hasta que se acreme y tome un color amarillo pálido. Añade la miel, el huevo y la vainilla y revuelve. Mezcla con la harina, añade las chispas y nueces. La masa tiene que quedar firme y no pegarse a las manos; si esto pasa, añade más harina. Haz una bola y mójate las palmas de las manos; toma pedazos de masa y forma bolitas de aproximadamente 5 centímetros de diámetro. Colócalas sobre una charola engrasada con unos 5 centímetros de separación entre ellas. No las aplastes, solitas se expandirán. Hornea por 20-25 minutos a 160 grados centígrados, o hasta que cuando las toques con el dedo, se hundan y vuelvan a inflar como una esponja. No las dejes demasiado tiempo o se endurecerán. Sácalas del horno y déjalas enfriar sobre una rejilla.
Les dejo un video de las Au Revoir Simone haciendo galletitas para que se motiven:
viernes, 24 de agosto de 2012
Crema de cacahuate casera
La crema de cacahuate es uno de mis ingredientes favoritos, pero la que venden en el súper tiene mucha azúcar para mi gusto, por lo que prefiero hacer la mía en mi casa. Es muy sencillo, pero debo advertirles que aplastar los cacahuates es un ejercicio arduo y puede sustituir unas cuantas horas en el gimnasio. Aún así, el resultado vale la pena.
Ingredientes
Cacahuates (puedes usar otras semillas como nuez, ajonjolí y almendras)
Preparación
Tuesta ligeramente los cacahuates sin cáscara. Muélelos en seco (yo usé un molcajete de piedra) hasta que se forme una pasta. Guarda la crema en un recipiente hermético; te durará unos dos meses fuera del refrigerador.
miércoles, 22 de agosto de 2012
Pastel de zanahoria y cacahuate
En épocas de crisis, ser vegetariano es una bendición. Y también en épocas de no-crisis. Quienes no comemos carne solemos ser más creativos en la cocina, explorar con más ingredientes, sensibilizarnos a otros sabores y gastar mucho menos en comida. Los vegetarianos sabemos que hay un vasto universo que va mucho más allá de las hamburguesas y pechugas de pollo asadas.
Esta receta es muy barata, deliciosa y no tiene un gramo de maldad. Ya saben a qué me refiero: a esas hormonas malvadas del pollo que se meten en nuestro cuerpo y nos lastiman con saña, a los antibióticos de la carne que nos vuelven resistentes a ciertas bacterias y todas esas cosas dignas de una película apocalíptica de ciencia ficción.
Les recomiendo servir recién salido del horno y acompañar con ensalada griega. Si se les antoja un postre, pueden hacer esta natilla de cajeta.
Ingredientes
2 cucharadas de aceite de cacahuate, maíz, sésamo u oliva
2 cucharadas de cebolla picada
2 cucharadas de perejil picado
1/2 taza de mantequilla de cacahuate casera
1 taza de tomate molido
1 pizca de sal marina
1 huevo batido
1 taza de zanahoria rallada
1/2 taza de germen de trigo tostado
1/2 taza de pan integral rallado
Preparación
Fríe la cebolla y el perejil. Suaviza la mantequilla de cacahuate con el jitomate y añade el resto de los ingredientes mezclando bien. Extiende en un refractario engrasado y hornea a 175 grados centígrados durante aproximadamente 40 minutos.
lunes, 20 de agosto de 2012
Ensalada griega reivindicadora
Para quien no lo sepa, vivo sola desde hace unos nueve meses; desde entonces trabajo en una oficina y pago mis cuentas como puedo. Lo que más me gusta de vivir sola es que puedo gestionar mi tiempo como me venga en gana; lo que menos (aunque suene a cliché), es que tengo que lavar mi ropa, lavar los trastes, cocinarme diario o comer de lo que cocina doña Martita en mi trabajo y, sobre todo, enfrentar mi mamitis aguda.
Ahora sólo me da tiempo de cocinar de vez en cuando. Además no soy de las que cocina cualquier cosa; nunca cocino carne (y la única vez que lo hice mi novio me dijo que mis albóndigas estaban "comestibles"), casi siempre preparo recetas vegetarianas o postres, claro, sin azúcar ni harina blancas. Es que soy bien especial.
La receta de esta semana fue motivada por dos reflexiones profundas:
1. Si juntas lechuga y tomate, no puedes decir que ya hiciste una ensalada.
2. Las ensaladas no son un simple acompañamiento de la carne. ¡No, señores!
Los vegetarianos entenderán la trascendencia de estas reflexiones. Es tiempo de dejar atrás los prejuicios culinarios y aprender a cocinar sanamente, a sacar lo máximo de los vegetales frescos sin que nos parezcan aburridos. Esta ensalada es un primer paso.
Ensalada griega
Ingredientes
2 tomates no tan maduros
Sal marina
1 pepino mediano
1/2 cebolla morada
1 pimiento rojo pequeño
1/4 de taza de aceitunas negras
1/2 taza de queso feta
Para la vinagreta:
2 cucharaditas de vinagre de vino tinto
1 cucharadita de jugo de limón
2 cucharaditas de orégano fresco picado
Pimienta negra recién molida
6 cucharadas de aceite de oliva extra virgen
Preparación
Corta los tomates en cubos; pela y corta rebanadas gruesas del pepino (córtalo a la mitad a lo largo y con una cuchara remueve las semillas); pela y corta la cebolla en rebanadas delgadas; corta a la mitad, quita las semillas y rebana el pimiento rojo; enjuaga y rebana las aceitunas.
Sazona los pepinos, tomates y la cebolla con sal. Mezcla los vegetales y añade la vinagreta, probando poco a poco para no ponerle demasiada. Deja reposar la ensalada por unos minutos para que los sabores se mezclen mejor. Antes de servir, revuelve de nuevo y añade el queso y las aceitunas. Añade el resto de la vinagreta.
Puedes servir la ensalada sobre hojas de lechuga romana y añadir unas cuantas anchoas en salmuera (escurridas y enjuagadas).
domingo, 12 de agosto de 2012
Bruschettas hipsters
Éste no fue un viernes cualquiera. Invité a cenar a mis amigos ñoños: Pola, Miguel, Ulises y Brenda, y también a
Javier, mi novio ingeniero que se pasó la mitad de la noche con cara de
desconcierto (¿y cómo juzgarlo si una de nuestras conversaciones giró en torno
de los puntos y comas…?).
Para las 11 de la noche todos pedíamos comida a gritos y
algunos hasta se atrevieron a sugerir que pidiéramos una pizza. Entonces supe que era momento de poner manos
a la obra y preparé unas bruschettas –una especie de tapas italianas– para
matar el hambre hasta que estuviera listo “lo mero bueno”.
Después vinieron el pastel de carne con papas de Miguel, el pastel
de blueberries y durazno de Pola y hartas copas de vino tinto. Canciones de Florence
+ the Machine, Alberto Vázquez y finalmente las ineludibles salsas y cumbias. A mitad del bailongo caímos en la cuenta de que teníamos clase la mañana siguiente y nos fuimos todos
a dormir.
Si pretenden tener una reunión “hippie-chic” como la mía,
esta botana es una excelente opción. Los ingredientes no costarán más de $100 y
el tiempo de preparación es menor de 30 minutos. No olviden el playlist con
las canciones del momento y una que otra de Willie Colón.
Ingredientes
1 baguette
Aceite de oliva
2 tomates ovalados
Alubias blancas cocidas (yo las encontré ya cocidas en la sección gourmet del súper)
1 apio
1 diente de ajo triturado
1 limón amarillo
Vinagre de vino tinto
Pimienta molida
Sal marina molida
Hojitas frescas de albahaca
Procedimiento
Corta el pan en rebanadas, colócalas sobre una charola, úntales aceite de oliva con una brocha de cocina y hornéalas hasta que se doren. Por otro lado, corta en cuadritos los tomates y el apio, machaca el diente de ajo y mezcla todo lo anterior con las alubias escurridas. Sazona con jugo de limón, vinagre de vino tinto, sal, pimienta y albahaca picada. Revuelve todo y coloca cucharaditas de la mezcla encima del pan. Sirve con un buen vino (mis favoritos son Lat 42, Las Moras y Mas La Plana).
lunes, 23 de julio de 2012
Gelatina de cajeta "y así"
Las gelatinas siempre me han dado flojera. Son etéreas, insustanciales, abstractas (y ya me estoy pareciendo a Miguel, el exnovio de Pola que sufre de una rara enfermedad llamada filofilia). Sólo a una gelatina le permito entrar en mi estómago: la de cajeta, y no cualquiera, sino sólo la que hace mi mamá. Les comparto la receta por si algún día quieren, no sé, sorprenderme o algo.
Pueden adaptarla para hacer una versión saludable. Les recomiendo usar cajeta orgánica (la de Aires de Campo es buenísima) y hacer su propia leche condensada.
Ingredientes
3 tazas de agua
1 taza de leche condensada
1 1/2 tazas de cajeta
3 yemas de huevo batidas
4 sobres/cucharadas de gelatina sin sabor
1 lata de media crema
Preparación
En un cazo, pon al fuego las 3 tazas de agua con la leche condensada y la cajeta. Revuelve bien; antes de que hierva, incorpora 3 yemas batidas y sigue removiendo. Disuelve la gelatina sin sabor en una taza de agua fría y luego derrite en el microondas; agrega a la mezcla anterior y revuelve bien. Por último, agrega la media crema, cuela y refrigera hasta que cuaje.
domingo, 8 de julio de 2012
Espagueti de última hora
Imaginen la escena: es jueves por la noche, mi novio muerde de hambre y me dice que si le puedo cocinar algo. No estoy preparada para hacer algo especial, pero me pongo a hurgar en mi alacena y mi refri y encuentro algunas cosas que podrían servirme para hacer un espagueti. Unas de ellas son indispensables y siempre tienen que estar a la mano: salsa de soya, aceite de oliva y de ajonjolí, especias, cacahuates/ nueces, verduras frescas y pasta integral.
Así que puse a trabajar mi instinto gourmet e hice una pasta que quedó realmente deliciosa; lo mejor es que es súper fácil de preparar y los ingredientes no son nada caros.
Ingredientes
Espagueti integral
Cacahuates
Calabacitas
Tomates
Aceite de Oliva o de sésamo
Salsa de soya (¡no jugo maggi ni salsa inglesa!)
Especias (albahaca, orégano... lo que tengan a la mano)
Sal marina
Preparación
Para preparar el espagueti, colocamos agua en un cazo sobre el fuego y le añadimos unos granos de sal. Cuando hierva, añadimos el espagueti, bajamos el fuego y tapamos. Removemos para que no se pegue la pasta. A los 15 minutos la revisamos; cuando esté "al dente"(el punto medio entre firme y blando; yo pruebo la pasta pero hay personas que la avientan a la pared de azulejo y saben que está lista porque se queda pegada... cada quién su método). Pasamos por agua fría para detener la cocción.
Por otro lado, en una sartén caliente colocamos aceite de oliva o sésamo y añadimos los cacahuates, las calabacitas en trozos, tomates y cualquier otra verdura que nos encontremos por ahí (brócoli, berenjenas, zanahorias, setas). Añadimos el espagueti, removemos, sazonamos con salsa de soya, sal marina y especias. Servimos con queso parmesano fresco, no de lata.
Así que puse a trabajar mi instinto gourmet e hice una pasta que quedó realmente deliciosa; lo mejor es que es súper fácil de preparar y los ingredientes no son nada caros.
Ingredientes
Espagueti integral
Cacahuates
Calabacitas
Tomates
Aceite de Oliva o de sésamo
Salsa de soya (¡no jugo maggi ni salsa inglesa!)
Especias (albahaca, orégano... lo que tengan a la mano)
Sal marina
Preparación
Para preparar el espagueti, colocamos agua en un cazo sobre el fuego y le añadimos unos granos de sal. Cuando hierva, añadimos el espagueti, bajamos el fuego y tapamos. Removemos para que no se pegue la pasta. A los 15 minutos la revisamos; cuando esté "al dente"(el punto medio entre firme y blando; yo pruebo la pasta pero hay personas que la avientan a la pared de azulejo y saben que está lista porque se queda pegada... cada quién su método). Pasamos por agua fría para detener la cocción.
Por otro lado, en una sartén caliente colocamos aceite de oliva o sésamo y añadimos los cacahuates, las calabacitas en trozos, tomates y cualquier otra verdura que nos encontremos por ahí (brócoli, berenjenas, zanahorias, setas). Añadimos el espagueti, removemos, sazonamos con salsa de soya, sal marina y especias. Servimos con queso parmesano fresco, no de lata.
lunes, 2 de julio de 2012
Let's Get Ready To Crumbleeee!
Hoy fue un día gris en más de un sentido. Llovió mucho,
estoy cansada y tenemos nuevo presidente. Aunque podría volverme emo, ver una
comedia de Sacha Baron Cohen o comerme un litro de helado de chocolate,
prefiero desahogar mis penas en la cocina y escribiendo en este blog.
A principios de junio viajé a Guatemala; conozco bien la ciudad
porque ahí nació mi mamá y la he visitado varias veces desde niña. Lo que más
me ha gustado siempre de esta tierra (además de sus enormes tiendas donde los
chinos venden ropa a precio de maquila) es su comida… y sus paisajes, el color
de la ropa de las mujeres indígenas y estar con mi familia.
Hace más de cinco años que no iba a Guate, desde que murió
mi abuelita. Esta vez, fuimos a lugares nuevos que nadie debería dejar de
conocer: uno de ellos es Panajachel, un hermoso pueblito a la orilla del lago
Atitlán, a su vez resguardado por dos imponentes volcanes. Ahí se venden
artesanías, libros usados y muchos, muchos chocolates. En una esquina, descubrí
una tiendita donde una señora vendía chocolates artesanales con cardamomo,
naranja, clavo, chile y macadamia. Creo que ése se ha convertido en mi lugar favorito del mundo mundial.
En fin, para no hacerles el cuento largo, en Antigua compré
nueces de macadamia y nueces de la india (allá las llaman “nuez marañón” porque
son parte del marañón, una fruta que aquí casi ni conocemos). Así que de
regreso aproveché un rato de ocio (ay, cómo extraño los ratos de ocio…) y me
puse a cocinar con lo que había traído.
Ingredientes
3 peras o manzanas (las manzanas son más dulces, las peras
son de sabor más sutil)
Una taza de azúcar mascabado
Vainilla líquida
¾ de taza de nueces de macadamia picadas finamente
1 barra de mantequilla
Una barra de chocolate oscuro (el mío tenía naranja)
Una taza de harina
Preparación
Cortamos las manzanas o peras en cuadritos y las ponemos en
un cazo a fuego bajo con un poco de azúcar (aproximadamente 1/3 de la taza) y
un chorrito de vainilla. Dejamos que se ablande, se entibie y colocamos sobre
un molde redondo.
Para hacer el crumble, mezclamos la harina con la
mantequilla ablandada hasta hacer una pasta con muchos grumos. Añadimos el
azúcar, una pizca de sal marina triturada y las nueces en trozos. Desmenuzamos
encima de la mezcla de peras o manzanas hasta cubrir por completo. Para terminar,
colocamos trozos del chocolate por encima y metemos en el horno por unos 20
minutos.
viernes, 22 de junio de 2012
Camarones con coco (como en los restaurantes)
El día de mi cumpleaños, mi mamá llegó a mi departamento con un menú de restaurante: ensalada de tomate con jocoque, camarones con coco, arroz blanco y dos botellas de vino blanco alemán que terminaron por convertirse en floreros. Estuvieron tan, tan ricos, que le pedí la receta y aquí se las comparto.
Les recomiendo usar coco rallado orgánico, ya que no está tan azucarado como el común.
Y para aprovechar el coco rallado, pueden cocinar un pay de mango con coco.
Ingredientes
Camarones grandes
Sal marina
Coco rallado
Aceite de olivo
Huevo
Para la salsa:1 lata de kalahua (crema de coco)
1 lata de mangos en almíbar
Acompañamos con arroz blanco
Preparación Tomamos los camarones crudos y les hacemos un corte por la parte de adentro, en medio, y los abrimos como mariposa (no quitar cola, pues nos servirá para agarrarlos al comer). Los enjuagamos y sazonamos con sal.
Colocamos coco rallado en un plato y calentamos el aceite en una sartén. Uno por uno, empanizamos los camarones en el coco, los pasamos por el huevo batido, volvemos a pasar por el coco y colocamos sobre la sartén con aceite.
Esperamos a que se doren. Por otro lado, mezclamos la crema de coco con un poco de almíbar.
En un plato, hacemos un espejo de esta salsa; colocamos encima los camarones, el arroz y una o dos rebanadas de mangos en almíbar.
lunes, 11 de junio de 2012
Ensalada de los tomates asesinos
A simple vista, esta ensalada parece un vil tomate (no digo que los tomates sean viles, pero un tomate no es una ensalada...) colocado boca abajo, pero al partirlo uno se encuentra con la agradable sorpresa de que está relleno.
Mi madre probó esta receta en un hotel de Cuernavaca; le encantó, y, después de presumírmela como medio siglo, la hizo para una cena a la cual me auto-invité.
Como ya me conocen y soy bien compartida, ahí les va la receta:
Ingredientes
Tomates medianos
Jocoque seco
Aguacates en su punto
Queso de cabra (opcional)
Aceitunas negras
Lechuga
Vinagre balsámico
Aceite de oliva
Preparación
Se meten los tomates en agua hirviendo durante unos segundos, sólo lo suficiente para que la cáscara se desprenda fácilmente. Se les quita la cáscara y el relleno, con ayuda de una cuchara. Entonces se rellenan con aguacate suavizado (hasta el fondo), jocoque mezclado con queso de cabra (o solo) y, hasta el final, en la base, con aceitunas negras picadas. Se sirve boca abajo, de modo que no se vea el relleno, sobre una hoja de lechuga y se cubre con vinagre balsámico. Se sirve con una hojita de albahaca y se espera a que comiencen los elogios.
P.D. No dejen de ver El Ataque de los Tomates Asesinos, una verdadera joya cinematográfica.
Mi madre probó esta receta en un hotel de Cuernavaca; le encantó, y, después de presumírmela como medio siglo, la hizo para una cena a la cual me auto-invité.
Como ya me conocen y soy bien compartida, ahí les va la receta:
Ingredientes
Tomates medianos
Jocoque seco
Aguacates en su punto
Queso de cabra (opcional)
Aceitunas negras
Lechuga
Vinagre balsámico
Aceite de oliva
Preparación
Se meten los tomates en agua hirviendo durante unos segundos, sólo lo suficiente para que la cáscara se desprenda fácilmente. Se les quita la cáscara y el relleno, con ayuda de una cuchara. Entonces se rellenan con aguacate suavizado (hasta el fondo), jocoque mezclado con queso de cabra (o solo) y, hasta el final, en la base, con aceitunas negras picadas. Se sirve boca abajo, de modo que no se vea el relleno, sobre una hoja de lechuga y se cubre con vinagre balsámico. Se sirve con una hojita de albahaca y se espera a que comiencen los elogios.
P.D. No dejen de ver El Ataque de los Tomates Asesinos, una verdadera joya cinematográfica.
martes, 5 de junio de 2012
Cama de papa y nuez
Esta receta vegetariana es una de las que más me gustan. No me voy a adjudicar su creación: es otra de las grandes recetas de GAPO (Guadalupe Hernández), esa mujer dueña de un rancho ecológico de la que les platicaba en el post de la crema de cebolla. Cuando pueda tomarme unas vacaciones de mi trabajo, iré a entrevistarla, a tomar fotos y a recopilar muchas recetas más.
En la receta dice que las papas deben ir ralladas, pero también podemos cortarlas en rodajas finas. Recomiendo acompañar con una ensalada fresca y una copa de vino tinto... Ahora sí, a cocinar.
Ingredientes
3 papas
Una pizca de orégano
Media barra de mantequilla
100 gramos de nueces picadas
1 huevo ligeramente batido
Media cebolla finamente rebanada
Un manojo de perejil picado
Queso manchego, Chihuahua o gouda rallado al gusto
Sal marina molida
Preparación
Cuece las papas en agua con orégano unos 20 minutos o hasta que estén más o menos blandas (no demasiado)
Pélalas y rállalas grueso. Mezcla con el huevo, queso y la cebolla, sazona con sal marina al gusto.
Coloca sobre un refractario; esparce encima las nueces y el perejil. Si quieres añade más queso. Al final coloca la mantequilla en trozos. Hornea a 160° por unos 20 minutos y sirve caliente.
En la receta dice que las papas deben ir ralladas, pero también podemos cortarlas en rodajas finas. Recomiendo acompañar con una ensalada fresca y una copa de vino tinto... Ahora sí, a cocinar.
Ingredientes
3 papas
Una pizca de orégano
Media barra de mantequilla
100 gramos de nueces picadas
1 huevo ligeramente batido
Media cebolla finamente rebanada
Un manojo de perejil picado
Queso manchego, Chihuahua o gouda rallado al gusto
Sal marina molida
Preparación
Cuece las papas en agua con orégano unos 20 minutos o hasta que estén más o menos blandas (no demasiado)
Pélalas y rállalas grueso. Mezcla con el huevo, queso y la cebolla, sazona con sal marina al gusto.
Coloca sobre un refractario; esparce encima las nueces y el perejil. Si quieres añade más queso. Al final coloca la mantequilla en trozos. Hornea a 160° por unos 20 minutos y sirve caliente.
miércoles, 30 de mayo de 2012
Hamburguesas veggie
Las hamburguesas nunca me han gustado mucho. Cuando era niña y mi mamá
las hacía para la comida, siempre prefería comer otra cosa (seguramente
corazones e higaditos de pollo, que era lo único que comía, horror). Luego
crecí y tuve que enfrentar mi aversión a la carne molida, pero nunca la acepté
como parte de mi menú. Y es que eso de que pase por un aparato que la haga puré
me causa conflicto, no puedo evitar acordarme de la escena de The Wall…
Fue hasta que mi novio me presentó unas hamburguesas que están cruzando
la calle de donde vive (ay sí, mi novio mi novio) que realmente las disfruté.
Un día, mi mamá hizo una receta que me hizo muy feliz: hamburguesas
vegetarianas que no sabían a cartón. Ya saben a cuáles me refiero, a esas de
soya que saben a todo menos a hamburguesa.
Ingredientes
2 zanahorias ralladas
2 calabacitas ralladas
Amaranto tostado
2 huevos
Pan molido
Aceite de oliva
Pan para hamburguesa
Preparación
Mezcla las verduras ralladas, agrega sal marina al
gusto (o salsa de soya) y amaranto tostado y toma un puñado; aprieta bien
para que escurra el agua y compacta, formando tortitas. Pasa por huevo y
empaniza. Coloca en una sartén con aceite caliente y fríe hasta que se
doren por ambos lados.
Puedes usar un pan de hamburguesa convencional, aunque yo
preferí de esos “Thins” de bimbo, son quesque más saludables. Para las papas fritas,
corta dos papas en tiras (ver foto) y sofríe en aceite de oliva. Quita el exceso de grasa con servilletas.
Y de postre, que nunca debe faltar, les recomiendo una rica natilla de cajeta.
miércoles, 23 de mayo de 2012
Nieve de vainilla y lavanda
Mientras leen mi sermón, pueden escuchar la linda canción que les dejé al final.
La lavanda me remite a tranquilidad, sosiego, tiempo para estar
conmigo misma… todo lo que en los últimos meses no he tenido. Vivo una paradoja
(y sé que no soy la única): trabajo y estudio para ser libre, para no depender
de una mano ajena que me alimente, pero paso mis días frente entre cuatro
paredes, frente a un monitor. No me tomen a mal, no me quejo de tener trabajo,
sino todo lo contrario.
Una de las
actividades que más extraño desde que me convertí en Godínez es cocinar. Sí
cocino, a veces, pero en las noches, cansada y con prisa. Antes pasaba tardes
enteras cocinando con Marluz, platicando, experimentando con sabores y
escuchando música de los Beatles. Pero
no me preocupo: esos días volverán cuando por fin vivamos en nuestra comuna
hippie, orgánica y autosustentable.
Mi ñoñez me dice que la cocina debería ser una actividad
terapéutica, energizante, revolucionaria… una actividad que implique los cinco
sentidos y que nos permita desarrollarlos; una relación comunitaria que se
exprese en la compra de ingredientes locales, la preparación de alimentos en
compañía de otros y su disfrute en colectivo. Si no es así, cocinar para mí pierde todo su sentido.
Cuando mi querida Pola me regaló una planta de lavanda, me
puse a imaginar qué podría hacer con ella. Galletas, una nieve, un pastel… la
verdad es que lo de menos era encontrar qué hacer con esta flor; me emocionaba
sobre todo planear, buscar los ingredientes, cocinar y compartir el resultado.
Comparto depa con una roomie, quien por cierto está de viaje, y no tengo nadie a quien
darle a probar mi experimento (suena en mi inconsciente la voz de mi hermana
que se ríe mientras murmura “Forever Alone”). Vengan a visitarme, vivo cerca.
Ingredientes
2 tazas de leche entera
1 cucharadita de vainilla natural
1 cucharada de flores de lavanda frescas
¾ taza de miel
de abeja
3 yemas de huevo
Una taza de nata líquida
(Ustedes perdonen que no utilice medidas exactas, como
mililitros y esas cosas, pero dejé mi taza medidora en casa de mi mamá e hice
la receta con viles tazas de té)
Preparación
Lo primero que tenemos que hacer es preparar una infusión de
leche con lavanda. Colocamos la leche en una olla pequeña, la calentamos y,
cuando esté a punto de hervir, agregamos las flores de lavanda previamente
lavadas y la vainilla líquida. Es importante no perder de vista la leche, pues
si hierve se separarán las proteínas de la grasa y tendremos como resultado una
mezcla nada agradable a la vista. Dejamos la infusión de lavanda unos 10
minutos y probamos. Si el sabor aún no nos convence, podemos dejar unos minutos
más. Cuando nos guste y nos sepa a lavanda, entonces podemos quitar las flores.
Por otro lado, batimos ligeramente los huevos y añadimos la
miel, revolvemos. Cuando la infusión de leche y lavanda esté fría, añadimos
lentamente a la mezcla de miel y seguimos revolviendo. Colocamos nuevamente en
la olla y calentamos a fuego medio hasta que espesa un poco.
Yo no encontré nata líquida; encontré de la espesa, así que
la metí unos segundos en el microondas. Ya que la mezcla de la olla está a
temperatura ambiente, mezclamos con la nata hasta obtener una pasta homogénea.
Colocamos sobre un refractario y metemos al congelador.
Si son cocineros nocturnos como yo, entonces nos vamos a la
cama, contamos borregos e intentamos dormir. Al día siguiente, sacamos la nieve
del congelador, dejamos unos minutos para que se derrita un poco y batimos.
Volvemos a meter al congelador un par de horas y sacamos unos minutos antes de
servir. Yo la decoré con un par de moras azules.
Como comprobarán si la hacen, esta nieve tiene un sabor muy
sutil, ligeramente perfumado y que no se asemeja a ningún otro. Si se les ocurre
alguna variación, les pido sean tan amables de compartirla conmigo. ¡Larga vida al helado!
Mis amigas bloggers hicieron sus propias creaciones con lavanda: unas cocinaron recetas, otras elaboraron manualidades, otras dieron rienda suelta a su imaginación y escribieron historias... Aquí las pueden visitar:
Salmón a la lavanda, de La Hormiga Cocinera
Cajita con lavanda, de De Colita Gris
miércoles, 16 de mayo de 2012
Sopa miso para el alma
La tradicional sopa miso japonesa no puede faltar en el menú de los vegetarianos, mucho menos de los macrobióticos. Y es que lo tiene todo: proteínas, minerales y vitaminas. Es, sin duda, uno de los platillos más completos y nutritivos que existen.
Sus ingredientes principales (miso, tofu, algas marinas y hongos shiitake) pueden conseguirse en tiendas orientales. Yo conseguí el miso en una de las tantas tiendas coreanas de la Zona Rosa del D.F., pero también lo venden en supermercados japoneses (les recomiendo el que está en la esquina de División del Norte y Londres). Sin embargo, el mejor miso que he probado es mexicano: se llama Miso del Golfo y lo pueden conseguir en The Green Corner. Lo produce Pat Hayward –quien por cierto fue mi vecina mientras viví en el puerto de Veracruz– de manera orgánica. Allá, Pat también vende tofu y leche de soya frescos.
Los demás ingredientes son más fáciles de encontrar; el tofu ya lo venden en los supermercados. Pronto subiré otra entrada donde hablaré de las distintas marcas de tofu y cuál sirve para qué. La marca que mejor queda para la sopa miso es la Mori-Nu o la Silk, ambas las venden empaquetadas al vacío en lo súpers. Compren el que dice "Extra- firm", pues de lo contrario se les va a deshacer todo.
Ahora sí a lo que nos incumbe: cómo preparar esta maravilla de sopa.
Ingredientes
Pasta miso
Tofu firme
Hongos shiitake secos
Algas marinas secas (wakame)
Sal marina
Se pueden añadir cebollines rebanados, verduras y fideos cristalinos.
Preparación
Lo primero que tenemos que hacer es hidratar las algas y los hongos. Simplemente los ponemos a remojar en un recipiente con agua purificada; los dejamos unos 15 minutos hasta que los hongos estén esponjados y las algas, extendidas. No hay que tirar el caldo que resulte del remojo, pues nos servirá para dar sabor a la sopa (los japoneses llaman a este caldo dashi, y es la base de muchas de sus preparaciones).
Ponemos agua limpia al fuego; una vez que esté bien caliente, tomamos un poco en una taza y añadimos una o dos cucharadas de pasta miso. Revolvemos bien hasta disolver y regresamos el concentrado a la olla. Así continuamos hasta que el caldo obtenga el sabor deseado: hay que cuidar que no quede ni muy insípido ni muy salado. No debemos vaciar el miso directamente sobre el agua de la olla o difícilmente se disolverá.
Entonces añadimos sal marina para sazonar, los hongos shiitake y las algas hidratados con su caldo y el tofu partido en pequeños cuadros. Si queremos, podemos añadir ahora el fideo cristalino (de arroz), pues se cuece en unos pocos minutos. Las verduras tienen que cocerse desde el principio, antes que cualquier cosa.
Es importante que el miso no hierva o pierde sus propiedades. Cuando menos eso me dijeron mis maestros macrobióticos.
Se sirve de preferencia en un platón japonés (de esos hondos y pequeños) y con una cucharada también honda de cerámica.
¡Sayonara!
Sus ingredientes principales (miso, tofu, algas marinas y hongos shiitake) pueden conseguirse en tiendas orientales. Yo conseguí el miso en una de las tantas tiendas coreanas de la Zona Rosa del D.F., pero también lo venden en supermercados japoneses (les recomiendo el que está en la esquina de División del Norte y Londres). Sin embargo, el mejor miso que he probado es mexicano: se llama Miso del Golfo y lo pueden conseguir en The Green Corner. Lo produce Pat Hayward –quien por cierto fue mi vecina mientras viví en el puerto de Veracruz– de manera orgánica. Allá, Pat también vende tofu y leche de soya frescos.
Los demás ingredientes son más fáciles de encontrar; el tofu ya lo venden en los supermercados. Pronto subiré otra entrada donde hablaré de las distintas marcas de tofu y cuál sirve para qué. La marca que mejor queda para la sopa miso es la Mori-Nu o la Silk, ambas las venden empaquetadas al vacío en lo súpers. Compren el que dice "Extra- firm", pues de lo contrario se les va a deshacer todo.
Ahora sí a lo que nos incumbe: cómo preparar esta maravilla de sopa.
Ingredientes
Pasta miso
Tofu firme
Hongos shiitake secos
Algas marinas secas (wakame)
Sal marina
Se pueden añadir cebollines rebanados, verduras y fideos cristalinos.
Preparación
Lo primero que tenemos que hacer es hidratar las algas y los hongos. Simplemente los ponemos a remojar en un recipiente con agua purificada; los dejamos unos 15 minutos hasta que los hongos estén esponjados y las algas, extendidas. No hay que tirar el caldo que resulte del remojo, pues nos servirá para dar sabor a la sopa (los japoneses llaman a este caldo dashi, y es la base de muchas de sus preparaciones).
Ponemos agua limpia al fuego; una vez que esté bien caliente, tomamos un poco en una taza y añadimos una o dos cucharadas de pasta miso. Revolvemos bien hasta disolver y regresamos el concentrado a la olla. Así continuamos hasta que el caldo obtenga el sabor deseado: hay que cuidar que no quede ni muy insípido ni muy salado. No debemos vaciar el miso directamente sobre el agua de la olla o difícilmente se disolverá.
Entonces añadimos sal marina para sazonar, los hongos shiitake y las algas hidratados con su caldo y el tofu partido en pequeños cuadros. Si queremos, podemos añadir ahora el fideo cristalino (de arroz), pues se cuece en unos pocos minutos. Las verduras tienen que cocerse desde el principio, antes que cualquier cosa.
Es importante que el miso no hierva o pierde sus propiedades. Cuando menos eso me dijeron mis maestros macrobióticos.
Se sirve de preferencia en un platón japonés (de esos hondos y pequeños) y con una cucharada también honda de cerámica.
¡Sayonara!
sábado, 12 de mayo de 2012
Salmón asiático
Esta receta la hice una vez con Marluz, Carrie y Héctor. Le pusimos una cama de espinaca rallada antes de meterla al horno y quedó buenísima. Otro día, con Pola_Cocina_Asi, la volvimos a cocinar, pero esta vez con cebollas borettanas (unas pequeñas y amarillas) en lugar de cebollas normales. La acompañamos con arroz integral, una ensalada sencilla y unas cervezas de moras... uff, qué combinación.
Las cebollas borettanas las conseguí en el City Market de la Colonia del Valle. La miel de maple, el pimentón rojo y el salmón los compré ahí mismo (aguas, no confundir con el jarabe de maíz con sabor a maple que venden en el súper, el Caro).
Ingredientes
1/3 taza de cebollas borettanas o amarillas
1/3 taza de miel de maple
3 cucharadas de salsa de soya
1 diente de ajo
1 cucharada de ajonjolí tostado
300 gramos de filete de salmón con piel
pimentón rojo al gusto
Preparación
Primero, mezclamos la miel de maple con salsa de soya, el diente de ajo picado, ajonjolí y el pimentón rojo. Colocamos el salmón en un refractario con la piel hacia abajo y bañamos con la salsa.
Horneamos a 180 durante aproximadamente 20 minutos o hasta que el salmón se deshaga fácilmente con un tenedor.
miércoles, 9 de mayo de 2012
Chilaquiles sin gastritis
A muchos, muchísimos, nos pasa: nos encantan los chilaquiles y las enchiladas pero no podemos comerlos porque nuestro estómago se pone (muy) de malas.
Para preparar unos chilaquiles
dignos de los dioses, hay que conseguir tortillas hechas a mano y cocidas
al calor del comal (yo las encuentro en un mercadito, las vende una señora). Si aún no saben hacerlos, yo no sé qué
esperan para aprender.
Chilaquiles verdes
Ingredientes
Tortillas hechas a mano (yo escogí unas de maíz azul)
Aceite de oliva extra virgen
Crema
Queso (fresco, del mercadito también)
Para la salsa:
Tomates verdes
Un manojo de cilantro
Cebolla
Ajo
Chile verde
Preparación
Cortamos las tortillas en tiras más o menos delgadas.
Ponemos aceite en una sartén y esperamos que se caliente; entonces, colocamos
las tiras de tortilla y freímos hasta que se doren. Quienes quieran preparar
una versión light, pueden hornear las tiras en lugar de freírlas.
Ya fritas, las colocamos sobre una servilla para que ésta
absorba el exceso de aceite.
Para hacer la salsa: licuamos los vegetales con un poco de
agua y sal marina. Si notan que no puse cantidades, es porque yo hago la salsa
al tanteo. Dependiendo de los sabores que me gusten, voy añadiendo tal o cual cosa.
La salsa tiene que quedar más o menos espesa, pero no tanto porque todavía
vamos a poner al fuego. Hervimos durante unos minutos hasta que el color verde
brillante se transforme en un verde más oscuro, y la salsa se haya espesado aún
más.
Entonces viene mi momento favorito: colocamos las tiras
crujientes de tortilla en un plato, cubrimos con la salsa y terminamos con
crema, queso y unas tiritas de cebolla. No se olviden de los frijolitos, plis.
Si quieren variaciones,pueden añadir flor de jamaica frita, granitos de elote o champiñones.
Si quieres comprar ingredientes orgánicos pero no tienes tiempo para visitar las tiendas especializadas,te sugerimos que veas esta lista de despensas orgánicas a domicilio.
jueves, 3 de mayo de 2012
Crema de cebolla
Hace unos años viví en el puerto de Veracruz por un par de meses. Estudiaba sexto semestre en la universidad aquí en el D.F. y me fui de intercambio. Entonces era estrictamente vegetariana (diría mi hermana: "no vegetariana, lo que le sigue"), y me preocupaba mucho no encontrar opciones saludables para alimentarme. Pensaba que sólo iba a encontrar conchas con nata en el Café Jarocho... o tal vez eso era lo que mi inconsciente quería. Para mi sorpresa, encontré muchas personas interesadas en el cuidado del medio ambiente y de la salud.
Una de ellas es Guadalupe Hernández, conocida por la gente
como GAPO. GAPO es dueña del rancho ecológico Agua Escondida. Junto con
su familia, ahí siembra vegetales orgánicos con los que después hace harinas, panes,
galletas, jabones, champúes para el cabello, cosméticos y cuanta cosa se puedan imaginar. Sí, hasta cremas antiacné.
GAPO tiene una tienda en Xalapa, Manantial de las Flores,
donde vende sus productos. Yo me pasaba horas oliendo los jabones, leyendo las
etiquetas y husmeando; después me gastaba ahí el poco dinero que tenía. Como
dato cultural, Manantial de las Flores también distribuye sus productos en el
D.F.; yo los he visto en La Casa del Pan y en The Green Corner.
Para no hacerles el cuento (más) largo: un día mientras curioseaba, encontré arrumbado en una esquina un recetario impreso en hojas recicladas. Las tapas eran cartones de leche de soya recicladas. Lo compré de inmediato y me
encontré con un verdadero tesoro: las recetas que GAPO solía elaborar en su
restaurante El Pan Nuestro, que desafortunadamente ya no existe.
Una de mis recetas favoritas es la crema de cebolla. La he
probado en muchos restaurantes y, sinceramente, ninguna me ha gustado tanto
como esta. Como soy bien compartida, aquí la tienen. No tiene caso que se quede
encerrada en un libro.
Ingredientes
2 cucharadas de mantequilla o aceite de maíz
2 cebollas rebanadas
1 cucharada (yo le pongo 2) de harina integral de trigo
6 tazas de agua o caldo de verduras
Sal marina y nuez moscada molida
1 taza de crema o yogurt natural
croutones
1 taza de queso rallado
Sofreímos las cebollas en la mantequilla; tapamos y dejamos
suavizar por 15 minutos. Agregamos la harina y revolvemos. Añadimos el agua o
caldo y hervimos a fuego lento durante 30 minutos. Entonces licuamos (yo sólo
tomo una parte, me gusta que queden algunas cebollas enteras). Regresamos a la
olla y sazonamos; llevamos de nuevo a un hervor. Agregamos la crema o el yogur
y servimos con croutones y queso.
Para hacer los croutones:
Tomamos un par de rebanadas de pan integral, las cortamos en
cuadritos y los “barnizamos” con aceite de oliva (para eso podemos usar una
brocha de cocina o un aceite en spray), les añadimos ajo aplastado y hierbas de
olor. Horneamos hasta que se doren.
¿Y qué tal un cheesecake de fresas de postre?
lunes, 30 de abril de 2012
Tortitas de plátano, macho
Yo sé que ni los machos (que creen que su nivel de masculinidad es proporcional a la cantidad de carne que comen, cof cof) ni mi querida Pola querrán siquiera probar estas deliciosas tortitas. No me importa: igual se las comparto, pues sé que allá afuera hay un mundo de gente que prefiere cocinar cosas "sin alma", "que no produzcan sombra", etc. O sea, vegetarianos o pseudo-vegetarianos (como yo). De hecho, este blog es para ellos.
Pueden acompañar estas tortitas anti-machos (¡tómenla!) con frijoles negros enteros o una ensalada.
Ingredientes
Preparación
Pon a cocer los plátanos en agua con un poco de sal; cuando estén blandos, escúrrelos y aplástalos hasta que se forme un puré. Entonces toma un poco entre tus manos, forma bolitas y rellena con un trozo de queso (yo prefiero el cotija). Calienta una sartén; coloca un chorrito de aceite de oliva y, cuando esté caliente, dora las bolitas.
Puedes poner sobre un paño absorbente antes de servir para eliminar la grasa.
Provechito.
¿Se quedaron con ganas de un postre? Aquí la receta de una riquísima Crema bávara de mango.
Pueden acompañar estas tortitas anti-machos (¡tómenla!) con frijoles negros enteros o una ensalada.
Ingredientes
- Plátano macho (unos 2 ó 3 para 5 croquetas)
- Queso cotija o panela
- Aceite de oliva
Preparación
Pon a cocer los plátanos en agua con un poco de sal; cuando estén blandos, escúrrelos y aplástalos hasta que se forme un puré. Entonces toma un poco entre tus manos, forma bolitas y rellena con un trozo de queso (yo prefiero el cotija). Calienta una sartén; coloca un chorrito de aceite de oliva y, cuando esté caliente, dora las bolitas.
Puedes poner sobre un paño absorbente antes de servir para eliminar la grasa.
Provechito.
¿Se quedaron con ganas de un postre? Aquí la receta de una riquísima Crema bávara de mango.
domingo, 29 de abril de 2012
Sobre mi amorío con la comida
Uno de mis grandes placeres es cocinar. El otro es escribir,
y otro más, tomar fotografías. No sé por qué hasta ahora no se me había
ocurrido crear un blog de cocina. Tengo un negocio de repostería saludable y
con él un blog, pero debo confesar que muchas veces me quedo con las ganas de
compartir recetas saladas que me quedaron de rechupete (siempre he querido usar esa palabra).
Fue hasta que conocí a la loca de @Pola_Cocina_Asi, una
bloggera y cocinera aficionada quien pasa largas horas experimentando con
nuevas recetas y subiéndolas a su blog (y dice que yo soy la inadaptada…) que
comprendí lo feliz que le hace compartir sus descubrimientos con el mundo.
Entonces pensé que me gustaría intentarlo también y ver si me hacía igual de feliz que a ella.
Cuando cumplí 19 años y entré a la universidad decidí que quería ser vegetariana. Entonces simplemente dejé de comer carne, y mi dieta se
reducía a quesadillas, pastas y lechuga. No hace falta decir que a los pocos
meses estuve a punto de desvanecerme en la fila del supermercado; tuve que
tomarme una Coca-Cola (¡horror!) para no caerme al piso.
A partir de ese día decidí que si iba a ser vegetariana
tenía que ser muy responsable con mi alimentación; con ayuda de un gran amigo
de la universidad me puse a investigar, leer libros y tomar talleres para
aprender cómo sustituir las proteínas animales con las vegetales. De una vez
les digo: eso de que “nada sustituye la carne” es equivalente a decir que si tomas tres litros de leche al día medirás 1.90. O sea, un gran mito.
Fui vegetariana por más de 5 años. Ahora como un poco de
carne (por antojo y también por exigencias de tiempo: no me da tiempo de
cocinarme todos los días y me atengo a lo que Doña Martita haya preparado en mi trabajo).
Después de todo este choro mareador, no me queda más que
decirles: creo que la cocina y la salud pueden ser aliadas y no enemigas como nos
han hecho creer. No se necesitan kilos de sal, azúcar, condimentos y
saborizantes artificiales para que algo sepa bien.
Aquí les compartiré todo lo que he aprendido a lo largo de
mi corta vida sobre cocina orgánica, vegetariana, macrobiótica
y demás cosas raras que me encantan. También incluiré recetas más pecaminosas, pero sólo de vez en cuando.
Una de mis Biblias culinarias, la conseguí en Amazon.
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