Las gelatinas siempre me han dado flojera. Son etéreas, insustanciales, abstractas (y ya me estoy pareciendo a Miguel, el exnovio de Pola que sufre de una rara enfermedad llamada filofilia). Sólo a una gelatina le permito entrar en mi estómago: la de cajeta, y no cualquiera, sino sólo la que hace mi mamá. Les comparto la receta por si algún día quieren, no sé, sorprenderme o algo.
Pueden adaptarla para hacer una versión saludable. Les recomiendo usar cajeta orgánica (la de Aires de Campo es buenísima) y hacer su propia leche condensada.
Ingredientes
3 tazas de agua
1 taza de leche condensada
1 1/2 tazas de cajeta
3 yemas de huevo batidas
4 sobres/cucharadas de gelatina sin sabor
1 lata de media crema
Preparación
En un cazo, pon al fuego las 3 tazas de agua con la leche condensada y la cajeta. Revuelve bien; antes de que hierva, incorpora 3 yemas batidas y sigue removiendo. Disuelve la gelatina sin sabor en una taza de agua fría y luego derrite en el microondas; agrega a la mezcla anterior y revuelve bien. Por último, agrega la media crema, cuela y refrigera hasta que cuaje.
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